El  uso  de  la  Escritura

en  la  Teología  Dogmática

Hno. Claudio C. Bedriñán, capuchino

Montevideo, julio de 1998

1. Introducción

         En el Congreso de Teología de la SUT de 1997 se originó un animado intercambio de ideas acerca de la utilización de la Escritura tanto en el trabajo teológico científico como en la praxis pastoral. El tema supera la exégesis y supone una serie ilimitada de interragantes a la hora de entender y aplicar hoy los dichos y hechos bíblicos en general y algunas afirmaciones de tipo moral o dogmático en especial. La cuestión quedó apenas planteada pues superaba los límites de dicho Congreso. Retomamos ahora aquella preocupación para hacerla objeto específico de nuestra reflexión y para que sea el inicio de un diálogo más detenido.

 

         Desde el vamos aclaro que quedarán planteadas más interrogantes que soluciones, esperando, al menos, formular bien la cuestiones. Nos limitaremos al uso de la Escritura en el trabajo científico del teólogo, y dejamos de lado el problema pastoral. Nada impide que la discusión posterior pueda ir en esta línea.

 

         Para consultar algunos artículos que en estos últimos años han discutido este problema se pueden ver: J. Alfaro, “El tema bíblico en la enseñanza de la teología sistemática”, Greg 50 (1969) 507-542; F. Dreyfus, o.p. profesor del École Biblique de Jerusalén “Exégèse en Sorbonne, exégèse en Église” RB 82 (1975) 321-359, artículo que tuvo mucho éxito; R. Fabris (ed.), Problemas y perspectivas de las ciencias bíblicas, Salamanca 1983; G.L. Prato, “Dalla ‘rivelazione come storia’alla ‘storia teofanica’. Rassegna metodologica di teologia biblica”, en Parola e Spirito. Studi in onore di Settimio Cipriani I, Brescia 1983, 549-573;  P. Grech, o.s.a. en Ermeneutica e Teologia Biblica, Roma 1986; I. de la Potterie s.j. (y otros), L’esegesi cristiana oggi, Casale Monferrato, AL 1991, donde incluye entre otros trabajos el artículo de J. Ratzinger, “L’interpretazione biblica in conflitto. Problemi del fondamento ed orientamento dell’esegesi contemporanea”, 93-125. Apuntes de clase de los profesores Horacio Simian-Yofre, s.j. exégeta del PIB y Karl Becker, s.j. teólogo dogmático de la PUG.

 

 

Dificultades del uso de la Escritura en la Teología Dogmática

Crisis de enfrentamiento entre EXÉgesis y Teología

·      Controversia sobre las dicta probantia

·      La Exégesis posee muchos métodos

·      El uso de los resultados exegéticos en la Teología

Sumario              Intentamos algunas respuestas

·      Aplicaciones utilizables pero inoperables de la SSEE en T.D.

·      Aplicación utilizable y necesaria de la SSEE en Teología Dogmática

·      Empleo del Antiguo Testamento dentro de la Teología Dogmática

Conclusión

1.1 Necesidad de definir algunos conceptos mínimos

         Se hace necesario definir el objeto de la Teología Dogmática y de la Teología Bíblica para refrescar la memoria y para evitarnos discusiones que provengan simplemente del no tener claro la metodología particular de cada una de ellas.

 

         La Teología Dogmática es la ciencia que profundiza la fe de la Iglesia Católica a un doble nivel:

·       el conocimiento de las verdades profesadas, de las creencias aceptadas como universales e indiscutibles

·       el estudio de la praxis creyente en cuanto establece un determinado código de valores universalmente válidos.

 

         En esta definición encontramos un objeto y una finalidad específica como disciplina científica. El objeto formal de la dogmática es la fe de la Iglesia Católica. El objeto final es la profundización del conocimiento de su verdad y de la importancia de su valor para la vida.

 

         La Teología Dogmática también puede ser descrita, según el método que utiliza, en Teología Positiva y Teología Especulativa:

 

         En sí misma la Teología Positiva investiga y precisa la historia y fijación de la verdad y del valor, las creencias y las prácticas del pueblo de Dios, recu­rriendo a los tres grandes canales por los cuales fluye la revelación: Escritura, Tradición y Magisterio.

 

         La Teología Especulativa es una instancia crítica de la teología positiva que se realiza en la confrontación de los datos históricos de la fe y praxis creyente con la razón humana.

 

         La Teología Especulativa no posee un método propio ni uniforme. Los métodos varían de época en época, de cultura para cultura, de ciencia auxiliar utilizada. El desafìo constante de la teología especulativa es peresentar de modo nuevo la fe de siempre. Las conclusiones de la Teología Especulativa no son equivalentes a la Teología Dogmática.

 

         La Teología Fundamental examina y establece los fundamentos racionales de la Teología Dogmática. Pretende legitimar los instrumentos, los medios, que aplican las dos modalidades de Teología Dogmática. Por eso el tema que estamos tratando tiene una especial relevancia para la Teología Fundamental.

 

         La Teología Bíblica es una disciplina sobre la que los especialistas aún no se han puesto de acuerdo. No obstante plantearemos algunas interrogantes, limitándonos a indicar los problemas: ¿el vocablo “teolo­gía” indica la persona que estudia o el objeto que se encuentra en la Escritu­ra? ¿Este campo pertenece al trabajo del teólogo o del exégeta?

 

         1) La Teología Bíblica es la descripción de la doctrina de la Biblia.

 

·     ¿La doctrina de un libro singular?. Por ejemplo la doctrina contenida en el libro de Jonás de la voluntad de Dios de salva­ción para los paga­nos; la del Éxodo por la que Dios funda su pueblo y lo conduce; o la de cada uno de los Sinópticos que presenta el mensaje de la doctrina de Jesús.

 

·     ¿O la doctrina de un autor de más de un libro de la Biblia?. Por ejemplo, Opus Lucano, Corpus Paulinum con sus respectivos mensajes.

 

·     O bien, ¿esta disciplina se llama “teolo­gía” por motivos históricos, en parte porque el mensaje de Jesús es teo-logos (discurso sobre Dios) y no tanto por el método?

 

         2) La Teología Bíblica es la presentación de la reflexión personal de un autor bíblico sobre el ser de Dios (o de Cristo) y sobre la relación de Dios (o de Cristo) con el hombre. La reflexión abarca tanto la actividad y el mensaje como la persona de Cristo y supone que el sujeto no sea solo indiviudual sino una comu­nidad creyente.

 

         Si nos limitamos al Nuevo Testamento, una tal Teología Bíblica parte de un pre­supues­to común sobre las tres fases contenidas en el Nuevo Testamento[1], a saber:

 

1.  aparición de Jesús de Nazaret, mensaje y actividad (historicidad);

2.  kerygma de la comunidad primitiva;

3.  interpretación personal que un autor ofrece sobre la persona de Cris­to o del kerygma de la comunidad.

 

         Así podemos distinguir tres tipos de Teología Bíblica en relación al Nuevo Testamento:

 

1.  la Teología Bíblica que incluye las tres fases anteriores en su objeto;

2.  la Teología Bíblica que excluye de su objeto a Jesucristo y su actividad. Esta exclusión no implica negación, pero sí una opción metodológica de fondo, sea porque no consideran ciencia ni la teología ni lo que Jesús ha hecho, sea porque parten del presupuesto de la inaccesibilidad histórica de la persona de Jesús;

3.  la Teología Bíblica que excluye el kerygma por no considerarlo teología. El kerygma existió pero es simple fe en Cristo muerto y resucitado, no es teología ya que la misma equivale a refle­xión y sistematización sobre y del kerygma.

 

         Hablamos, pues, de “teología bíblica”por tres motivos:

 

a.           porque el objeto del discurso es “teológico”;

b.          porque el autor bíblico reflexiona y sistematiza críticamente los datos históricos

c.           porque el autor mo­derno que “teologiza”la teología que encuentra en la Biblia.

 

         La Teología Dogmática se encuentra aquí con un primer problema. Sin duda alguna que la Sagrada Escritura es importante para la Teología Dogmática. Es igualmente indudable que cada día más se diversifican las Teologías Bíblicas... ¿Podemos seguir afirmando que la Teología Bíblica es un lugar teológico privilegiado para la Teología Dogmática?.

         3) La Teología Bíblica puede ofrecer una presentación total de la doctrina bí­blica que une Antiguo y Nuevo Testamento. Por más que no la negamos en teoría, una Teología Bíblica con estas características no existe. Una presentación global y sinóptica del A.T. y del N.T. puede parecer útil, pero compor­ta serios problemas.

 

         La teología del A.T. se caracteriza por ser una “revelación provisoria”, en camino. Por ejemplo, en el Penta­teuco, Josué, Jonás, Ezequiel... encontramos un pueblo que va buscando encontrando y perdiendo, dibujando y desdibujando– el rostro de Dios y su proyecto para el hombre.

 

         Ante este problema existen varios tipos de Teologías del Antiguo Testamento:

 

1.  una Teología Bíblica que coloca un texto junto a otro, sin explicar su unidad;

2.  una Teología Bíblica que trata de descubrir un desarrollo de las diversas teologías de cada uno de los libros del A.T.;

3.  una Teología Bíblica que ubica textos sinópticamente: por ejemplo profetas de un mismo período (difícilmente puede ser una presentación total del A.T.);

4.  una Teología Bíblica que ordena textos diacrópticamente, buscando un progreso de pensamiento.

 

         La teología del A.T. presenta otro problema para el cristiano: ¿es legítimo insertar la temática “Cristo”en el Antiguo Testamento? ¿Tiene lugar en el Antiguo Testamento el “cristiano” conocido como en el N.T.?

 

         Una Teología del Nuevo Testamento parece ser más simple. Teología centrada en la persona de Jesucris­to y en su acción universalmente válidas. No obstante al teólogo se le abren diversas alternativas:

 

·       ¿es posible una teología neotestamentaria unitaria?

·       ¿se debe presentar sólo una parte, por ejemplo, Teología de los Sinópticos, de Juan...?.

 

         Esta Teología Bíblica se ve obligada a considerar dos problemas:

 

q                 la teología de un autor no escapa al pluralismo teológico que es connatural en la Biblia: ¿podemos hablar de la teología de los sinópticos o tenemos que dintiguir entre los tres evangelistas?

q                 ¿en necesario la búsqueda de unidad entre los teólogos del Nuevo Testamento, o admitimos que una visión correcta supone diversas teologías. Por ejemplo con el tema de la justificación en Pablo, el Reino de Dios entre los sinópticos. Una teología del N.T. ¿se ve obligada a encontrar una unidad sintética?.

 

         4) La Teología Bíblica es una Teología en el espíritu de la Bi­blia. Difícilmente encontramos un método preciso y predeterminado. Vemos que se habla deTeología paulina o joanea, se encaran los temas que están presentes en un autor: Luz, Vida...

 

         Las distintas Teologías Bíblicas que acabamos de presentar claramente señalan la dificultad que existe para describir un método en esta disciplina. Así lo afirma G.L. Prato “existen sin duda dificultades metodológicas más generales, entre las cuales la de una definición precisa de los intentos de la teología bíblica respecto a un examen positivo del texto del que pueden emerger continuamente nuevos datos, y sobre todo la de su relación con las otras disciplinas teológicas que se remontan al texto bíblico como punto de partida y luego se desarrollan en otras direcciones”.

 

         Si bien todas estas presentaciones de la Teología Bíblica son importantes por su aporte y hay que tenerlas en cuenta, surgen una serie de preguntas:

 

q                 ¿es válida su utilización en Teología Dogmática?

q                 ¿las conclusiones de la Teología Bíblica no parecen sustituir a los de la Teología Dogmática?

q                 ¿no tendría que desaparecer la división entre Teología Bíblica y Dogmática?.

 

         Nosotros distinguimos entre Teología Dogmática y Exégesis, ya que la Teología Bíblica utiliza el resultado de la Exégesis. ¿Se puede decir que ambas sean ciencias del mismo modo?. Para hacer Teología se requiere fe (credo ut intelligam), sin embargo, algunos piensan que en la Exégesis la fe llega como consecuencia (no necesaria, sino libre don de Dios): Intelligo ut credam. ¿Estamos de acuerdo?


 

2. Dificultades del uso de la Escritura en la Teología Dogmática

         En la introducción se indicó la importancia del uso de la Escritura en la Teología Dogmática, hubiese podido ser útil explicar la importancia de la Escritura para otras teologías: por ejemplo la Teología Moral, la Teología Espiritual... Procuraremos, ahora, hablar de las dificultades que existen en la argumentación actual. Sería necesario buscar entender estas dificultades en su raíz histó­rica (no lo hacemos por brevedad); al menos digamos que comienza a finales de la primera mitad del s. XVIII, cuando se divide la Teología Bíblica, como ciencia que debe recoger los datos de la Biblia y presentarlos, de la Teología Sistemática, como ciencia que tiene la tarea de reflexionar sobre los dogmas para ordenarlos en un sistema, también llamada Teología Dogmática (nombre que nació dentro de las Iglesias de la reforma). Haciéndose eco de esta problemática la Comisión Teológica Internacional en su documento sobre la interpretación de los dogmas en 1988 recordó que ““en los tiempos modernos, se desató un conflicto entre exégesis y teología dogmática”. Para mayor precisión es útil agregar que el conflicto ha sido causado por la exégesis liberal. Entre la exégesis católica y la teología dogmática –dice con bastante optimismo la PCB– no ha existido un conflicto generalizado, sino solamente momentos de fuertes tensiones”[2].

 

         Entonces dos ciencias (Teología Dogmática y Exégesis) que tienen una relación tan estrecha se separaron y hoy se vuelven a encontrar sin entenderse. Se han separado y se han alienado. Hasta un siglo y medio atrás ambas trabajaban juntas, después fue imposible mantenerse al mismo tiempo en ambas disciplinas y hoy se vuelven a encontrar sin comprender­se y por eso se enfrentan.

 

         Los motivos de enfrentamien­to son muchos, pero lo que nos interesa es el hecho en sí. Este enfrenta­miento no se da sin asperezas, no obstante los motivos para acercarse son múltiples. La Teología Dogmática reprocha a la Exégesis el cuestionamiento de sus fundamentos, la acusa de destruir la fe. Por ejemplo Ratzinger afirma con razón que la fe no es un elemento constitutivo del método exegético, y que éste busca investigar lo “propiamente histórico” de los acontecimientos, pero esta descripción luego la formulará como crítica del método[3]. En el fondo se puede observar una distinción demasiado marcada entre la Biblia como palabra humana y como “instrumento de la palabra de Dios”, entre lo que Dios ha querido comunicar y lo que los hagiógrafos han querido decir. Parecería que subyace una filosofía de la yuxtaposición sin llegar a la integración (sin confusión, sin división...). La Exégesis, por su parte, reprocha a la Teología Dogmática de estrechar el espacio de su investigación, la acusa de no poseer ninguna idea de lo que realmente es la Exégesis y de destruir la libertad del investigador.

 

         La ruptura también es constatable, por la misma razón, entre la Exégesis académica y la piedad fundamentalista cultivada en diversos grupos eclesiales (pero esto último está ahora fuera de nuestra discusión).

 

         Para abordar este tema con mayor precisión habría que pasar en reseña el desarrollo del método de la teología desde la Iglesia primitiva hasta hoy; decimos de su método y no de la teología en sí, pues el uso de la Escritura pertenece al método. Paralelamente deberíamos ver el desarrollo del método exegético hasta hoy, es decir, no del uso de la Escritura sino de la interpretación de la Escritura (exégesis). Constataremos simplemente la crisis que resulta del nuevo encuentro de ambas ciencias.

 

3. Crisis de enfrentamiento entre Exégesis y Teología

         La crisis surge como producto del diálogo que quieren volver a entablar la Exégesis y la Teología después de mucho tiempo de desarrollo en forma paralela. El hecho de que la Exégesis en Teología tiene su puesto nadie lo discute. Cómo se la debe emplear eso sí constituye un problema. El encontrar un sentido a la Escritura, obviamente, es tarea de la Exégesis y no de la Teología; sin embargo los datos ofrecidos por la Exégesis deben ser tomados por el teólogo y completados con lo que dice la Tradición, el Magisterio y la ratio. La toma de conciencia de esta problemática ha enriquecido muchísimo a la Teología pero también es cierto que, al mismo tiempo, le ha creado unos problemas casi “insolubles”.

 

         Por ejemplo, la Exégesis afirma que el encargo de Jesús de bautizar que hace Mateo (28,19) es un texto escrito luego de la experiencia pascual, y por ende concluye que no es histó­rico; otra conclusión a la que llega es que el poder de celebrar la Eucaristía comprende también a los no ordenados (1Cor 11,24), etc.

 

         ¿Qué debe hacer el teólogo ante estas afirmaciones de la Exégesis? Veremos las dificultades no las soluciones.

3.1 Controversia sobre las dicta probantia

         Esta ex­presión nace entre los pro­testan­tes a finales del 1700; pasa, luego, a la Teolo­gía Católica a través de la escuela de Tübin­gen y en el 1800 se di­funde en ambiente católico. Antes de la primera guerra mundial exis­tía entre los cató­licos una controversia sobre la validez del uso de las dicta probantia. No se discute el recurso a la prueba de la Escritura, sino a la validez del uso de las citas bíblicas para probar una afirmación teológica previa. La costumbre de colocar citas para probar lo afirmado era algo que se hacía con los Padres, pero no con los datos ofrecidos por la Exégesis moderna. Se argumenta que la Escritura no es un “baúl” en el que busco ver­sículos para lo que necesito probar. La totalidad de lo que afirma la Biblia es lo que nos mueve –dicen los exégetas– en la argumentación.

 

         La Teología Dogmática, entonces, debe estudiar un tema en la totalidad de la Escritura y no limitarse a unos cuantos versículos, por ejemplo debe estudiar la creación desde el Génesis al Apocalipsis y sólo después recurrir a la Tradición y al Magisterio.

 

         Se acusa a la Teología Dogmática de imponer algunos conceptos a la Escri­tura sin haberlos tratado suficientemente desde la Escritura misma, por ejemplo

 

q                 la Doxa (Gloria) tradicionalmente desarrollados por la teología oriental;

q                 Dios y Cristo como “luz”;

q                 la Teología Dogmática europea no conoce el tema del Reino de los cielos o Reino de Dios, tan trabajado en Latinoamérica.

 

         Se impone, después de todo esto, una reconsideración de la Teología Dogmática.

3.2 La Exégesis posee muchos métodos

         A propósito de los así llamados métodos histórico-críticos afirma el card. Ratzinger: “porque en la exposición bíblica de la historia, todo es penetrado por la acción divina, debe comenzar una complicada anatomía de la palabra bíblica: se debe buscar deshacer la trama en modo tal de tener en mano al final lo ‘propiamente histórico’, es decir lo puramente humano del acontecimiento, y explicar también cómo después sucesivamente la idea de Dios haya sido reintroducida a lo largo de toda la trama”[4]. Consideramos ambiguo atribuir a un método exegético (cualquiera sea) la identificación exclusiva de lo “propiamente histórico” o “puramente humano”. Cierto es que el método no puede ir más allá de lo puramente humano, como sucede en una ciencia histórica, pero tampoco excluye la intervención divina. Sólo que esto no es constatable a nivel de metodología, sino aceptable a nivel de fe. Como no se puede constatar la presencia real en la Eucaristía; o como ocurriría con un médico creyente, que no excluye una intervención milagrosa de Dios para curar a un enfermo, pero tampoco tiene el derecho de contar con él para eximirse de actuar como si Dios no existiese.

 

         Ciertamente no es propio del método histórico-crítico, ni lo pretende, buscar el explicar cómo “sucesivamente la idea de Dios haya sido reintroducida a lo largo de toda la trama” de la historia humana. Esto puede pertenecer en mayor o menor medida a una determinada concepción religiosa (o atea) subyacente al método histórico-crítico, pero no pertenece al método mismo.

 

         Analizaremos sólo algunas conclusiones a las que se ha llegado con la aplicación de los métodos histórico-críticos:

a) El sentido del texto muchas veces no es precisamente el sentido que Cristo ha querido darle

         Si consideramos aisladamente el texto de Mt 18,18 (Yo les aseguro: todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo) interpretaremos que Cristo confiere el poder de per­donar los pecados a toda la Iglesia, sin embargo, anteriormente en Mt 16,19 (A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos) se refiere explícitamente a Pedro e implícitamente a sus suceso­res. Mt 18 debe ser interpretado a la luz de lo que la perícopa sobre el primado de Pedro (16,13-20) deja entrever acerca de lo que Pedro representa en la iglesia y en el pensamiento de Jesús; además de considerar la realidad sólida del hecho de que en la iglesia de los orígenes Pedro es la figura más eminente[5].

 

         El problema metodológico es el siguiente:

 

·     en Teología, o bien se toma el resultado de la Exégesis como norma y luego se añade la Tradición y el Magisterio para consta­tar que es necesario adaptar la interpretación exegética, o de lo contrario, se acepta sólo el sentido que hoy se le encuentra al texto escri­to sacrificando los datos de la Tradición y del Magisterio.

Aquí se le impone al exégeta la tarea de respetar el sentido del texto inspirado no aisladamente sino en el conjunto de los datos del Nuevo Testamento; pero al mismo tiempo es tarea del teólogo, a la luz de los nuevos datos aportados por la Exégesis, el considerar críticamente la interpretación que se hace de la Tradición y del Magisterio, armonizándolos con esos datos anteriores.

b) El sentido del texto muchas veces está expresado en formas culturales superadas, en visiones cosmológicas o espiri­tuales del siglo I

         Por ejemplo:

·     si Pablo habla de fuerzas y potencias predica con la idea de su tiempo, pero esto no es Revelación;

·     los ángeles y los arcángeles son una representación hebrea que no pertenece a la Revelación, hoy sería suficiente hablar de la Providencia divina;

·     la teofanía en el bautismo de Jesús es un revesti­miento literario inventado que no tiene ningún tipo de fuerza histórica; se trata simplemente de la opinión del escritor.

 

         ¿Qué hacer ante esta otra problemática metodológica?

         El teólogo o acepta el resultado de la Exégesis, y en este caso, deberá de­mostrarle al exége­ta cuál es el criterio para distinguir entre lo que está revelado y lo que no lo está; o bien, el teólogo no acepta este resultado, y deberá decir cuál es el criterio para decirle al exégeta que se ha equivocado. Esto plantea una nueva tarea a la Teología Dogmática que antes no existía.

c) Los resultados de la Exégesis sobre el sentido de un texto escrito muchas veces son hipótesis. Leemos afirmaciones que radicalmente se contradicen con las de otro libro

         Por ejemplo, la distinción de las distintas tradiciones en el Pentateuco; algo que era claro hace unos años hoy están puestas en discusión por casi todos los exégetas. Nuevamente el teólogo o acepta el senti­do de un texto –que el concilio llama “la fuente más importan­te”– y se encuentra con una colección de hipótesis, o bien, lo re­chaza y se atiene al texto tal cómo ha sido escrito. Pero si la colección de hipótesis provoca temor en el teólogo, éste debe dar sus razones.

3.3 El uso de los resultados exegéticos en la Teología

         Vimos anterior­mente algu­nos problemas, ahora intentaremos ser más preci­sos.

a) Sentido de la Escritura y de la Tradición

         Pongamos un ejemplo: existen indicios de que Pedro ha cumplido un papel especial, ha sido el portavoz de los apóstoles, pero de ahí no se puede deducir ningún cargo de primacía. No existe ningún principio de jurisdicción, esto, más bien, sería un condicionamiento del tiempo, para darle autoridad al representante de la cabeza del Imperio romano. En conclusión, el primado de Pedro no sería doctrina bíblica y por lo tanto se puede abandonar; esta “Tradición” entendida como condicionamento del tiempo nos estaría dando derecho a volver a un supuesto auténtico origen.

 

         El teólogo dogmático, también aquí, o bien acepta esta explicación y esta idea de Tradición –pero ya no se trata de Tradi­ción Católica–, o sino, rechaza la Escritura, añade el Magisterio y la Tradición y saca sus propias conclusiones.

b) Relación entre Exégesis y Magisterio

         La actividad del Magisterio conoce tres usos de la Escritura en sus textos magisteriales:

 

1.  Concilio de Trento. Algunos textos son interpre­tados con sentido definido infaliblemente;

2.  Pío IX y Pío XII: en la definición de los dos dogmas marianos, se indica un texto bíblico como prueba de la afirmación magisterial (por ejemplo Gen 3,15; Rom 5,8; 1Cor 15,24.26.54. 57; Ef 1,4-5; Flp 2,6-11; Heb 2,14-15; etc.);

3.  El Vaticano II: No ha definido como los anteriores. Aquí los textos bíblicos son como un adorno, un impulso que viene dado a los textos conciliares con la autoridad bíblica, como un uso razonable en la predicación.

 

         Los problemas metodológicos son los siguientes:

 

q                 frente al uso de 1) y 2) la exégesis tiene una valora­ción completamente negativa. La interpretación dada a un texto –como en Trento– o la interpretación donde se utiliza un texto –como hicieron los Papas Píos– no es aceptada por la Exégesis actual;

 

q                 ¿qué valor dar a los “manuales” del exégeta? ¿son válidos sus resultados? ¿con cuál método y con qué certeza el teólogo debe utilizarlos, o de lo contrario, por qué rechazarlos?;

 

q                 ¿qué hacer con el texto del Magisterio? Si se da razón al exégeta se desautoriza al Magisterio. Si no se le da razón se debe decir el porqué; en uno u otro caso es claro se debe argumentar. El teólogo, ademàs, debe plantearse el espinoso problema de hacer una exégesis del Magisterio.

 

         Entre Exégesis y Magisterio existe un respeto mutuo reconociéndose su legítima autonomía. Pero el Magisterio tiene siempre la función de controlar los resultados de la Exégesis. Al teólogo se le plantea el problema de fundamentar las razones, el silencio de desprecio o subestimación no es viable.

c) Relación entre Exégesis y fe

         Pongamos como ejemplo que la Exégesis niege la virginidad de Ma­ría, tanto en la concepción virginal de Jesús como en su nacimiento. Se estaría hablando más bien de un teologúmeno, con lo que se pretendería negar una realidad histórica y por ello la virginidad de María dejaría de ser objeto de fe. La fe católica afirma de forma clara ambas virginidades de María[6].

 

         Nuevamente ¿qué hacer?. Una respuesta viene de la relación Exégesis-Tradición y Exégesis-Magisterio, que acabamos anteriormente de analizar. Pero otra respuesta debe venir de la relación Exégesis-Fe y Teología-Fe.

1) Relación Exégesis-Fe

         Presentamos una opinión con dos formulaciones distintas:

 

·     se dice que más radical que el sensus fidei de los cristianos es el resultado de la Exégesis, sólo ésta puede descubrir lo que es en realidad Cristo, su doctrina, su mensaje separándola de lo que ha sido fruto del revestimiento histó­rico y, que por ende, no se podría considerar verdadera Revelación. De esta manera la fe –im­plícita o explícitamente– estaría normada por la Exégesis;

 

·     existe también una forma mitigada de esta posición, que dice: la fe existe antes de la Exégesis, pero tiene necesidad de ser con­trolada y reexaminada, a la luz de la Exégesis.

 

        Ambas opiniones están en contraste con la doctrina de la Iglesia Católica, pues ésta afirma que desde sus inicios la Iglesia posee la fe y ofrece la Escritura, y es ella la que juzga sobre los resultados de las investigaciones. ¿Qué hacer ante estas dos formas de opinión? ¿Exégesis o fe? ¿Será acaso necesario cambiar toda la fe de acuerdo a los resultados de la Exégesis? ¿Qué es lo que constituye fe en la Escritura y qué no? El teólogo deberá argumentar y cada argumento deberá ser probado.

2) Relación Teología-Fe

         La Iglesia es la que ofrece la fe y ésta existe antes de la Teología. Hoy se dice que la Teología tiene una función crítica frente a la fe. ¿Pero la Igle­sia podrá preguntar al teólogo por su fe o no? También aquí habrá necesariamente que dar argumentos y probarlos.

d) Problemas especiales del Antiguo Testamento

         Desarrollaremos cuatro impresiones:

1) Parecería como que la Exégesis contemporánea destruyó todas las pruebas del A.T. usadas en Teo­logía Dogmática

         Por ejemplo, los salmos cristológicos son, para la exégesis moderna, simples him­nos para la entronización de un rey de Israel. El pasaje de Is 7,14 está referido a una “doncella” del tiempo del rey Ajaz (pues en hebreo dice hfm:la( y sólo la traducción de los LXX es la que habla de una virgen: parqe/noj). ¿El Antiguo Testamento tiene importancia para el cristiano? Si lo tiene ¿cómo debe descubrirla? ¿qué hacer para que se pueda ex­traer el sentido cristiano del A.T.?

2) Parecería que existe una selección desigual en el uso del A.T. en la T.D.

         Cuando se habla, por ejemplo, de la Trinidad, de la Igle­sia, de Cristo, de la Virgen, los exégetas no recurren a textos del A.T. como lo hacían los teólogos a lo largo de la historia de la Iglesia, sino que más bien se alejan de ellos. Cuando, en cam­bio, se trata de temas como la creación, el pecado original, sí se cita el A.T. ¿Por qué se niega el A.T. para algu­nas verdades y para otras no? ¿Cuál es el criterio? ¿El Antiguo Testamento es válido sólo para un sector de verdades?

3) Parecería haber contradicción dentro del mismo Antiguo Testamento

         La religiosidad del post-exilio insiste sobre el valor interior en contraposición con las prácticas cultuales externas. Pero la religiosidad anterior al exilio privilegiaba las prácticas externas en detrimento de la interioridad. ¿Qué debe hacer el teólogo dogmático, privilegiar como válida una parte y no la otra?.

4) Parecería que existe contradicción entre Antiguo y Nuevo Testamento

         El A.T. conoce una justificación en base a las obras de la fe, en una responsabili­dad colectiva e individual. El N.T., en Pablo, lo refuta categóricamente sin dejar lugar al compromiso. ¿Qué valor tiene la ley del Sinaí para el cristiano?.

 

         Existen una multitud de preguntas que aún no han encon­trado respuestas en relación a las tres fuentes de conocimiento: Tradición, Escritura y Magiste­rio. Hay una crisis evidente de la Teología Dogmática que hace que algunos temas no encuentren un desarrollo orgánico.

 


 

4. Intentemos algunas respuestas

         Hasta ahora hemos hecho un trabajo de constatación. Primeramente vimos los problemas surgidos en el uso de la Escritura en la Teología Dogmática procurando clarificarlos; ahora pretendemos dar respuestas a algunas preguntas planteadas: ¿cómo debemos ver e interpretar la Escritura si la queremos emplear en Teología Dogmática? En estas respuestas tendremos algunos presupuestos: la Escritura como inspira­da y sólo interpretada de este modo es transmisión de la Revela­ción. Desarrollaremos esto en dos puntos:

 

1.  Usos no viables de la Sagrada Escritura en Teología Dogmática. Se trata de usos de la Sagrada Escritura, en sí erróneos, pero que de hecho tam­bién se pueden hacer; es decir, méto­dos en sí verdaderos pero inaplicables en Teología Dogmática. En otras pala­bras, la Sagrada Escritura vista como sola fuente his­tórica e interpre­tada sólo con medios humanos históricos (heurística racional), no puede ser usada en Teología Dogmática.

 

2.  Queremos describir los usos justos y necesarios de la Sagrada Escritura en Teología Dogmática. Diciendo usos “justos y necesarios” queremos afirmar:

q                 el de una Teología Dogmática que mantiene com­pletamente, en la finalidad y en los medios, la estructura actual, pero

q                 el de una Teología Dogmática que bajo el influjo de la Sagrada Escritura y bajo una Exégesis sana debe reflexionar sobre el pro­pio método y desarrollo. En otras palabras, se trata de la Sagrada Escritura vista como fuente histórica-inspirada e inter­pretada con medios creyentes históricos (heurística racional y teológica). Sólo esta Escritura puede y debe ser usada en Teología Dogmática, sólo esta Escritura puede ser anima Theologiae[7].

4.1 Usos no viables de la Sagrada Escritura en Teología Dogmática

         Todos los usos que mencionaremos tienen un elemento común: consideran la Sagrada Escritura sólo como libro histó­rico. Sin embargo en este elemento común es necesario distinguir tres formas que no son siempre propuestas de manera clara:

 

1.  Los resultados del uso histórico de la Sagrada Es­critura deben sustituir a la Teología Dogmática. Esta primera forma considera superada la T.D. junto con su finalidad y su método, y cualquier cosa nueva que ésta proponga debe incluirse en la “vieja” T.D.

 

2.  Los resultados del uso histórico de la Sagrada Es­critura se incluyen en la T.D. En esta segunda forma existe la buena intención de mantener la finalidad de la T.D., pero sólo la intención.

 

3.  Los resultados del uso histórico de la Sagrada Es­critura se incorporan en la Teología Fundamental. Este punto de por sí no pertenece a nuestro tema. Pero creemos oportuno añadir algo a propósito en el campo específico de la Teología Fundamental.

a) Los resultados de la investigación histórica de la Sagrada Escritura deben sustituir a la Teología Dogmática

         La intención fundante es clara. La Sagrada Escritura del N.T. es un documento histórico. El fundamento de este docu­mento histórico es Jesús de Nazareth, su persona, su actividad, su mensaje, su suerte. Partiendo con métodos de la ciencia histó­rica llegamos al texto, vemos cómo vivió Jesús y así llegamos a la fe. Teología y Exégesis están unidas como en los primeros siglos. La Escritura es un documento histórico, en cuya base está verdaderamente Jesús, esto implica que ciertamente con un método histórico llego a su historia, y puedo encontrar la fe. Por ejem­plo, enumera como resultado: Pedro es el portavoz de los Doce, pero no es nada más que eso; María se casó con José y tuvo un hijo: Jesús; el bautismo fue introducido por la Iglesia por moti­vos útiles. Ante esta posición ¿qué postura tomar?

 

         En esta investigación histórica debemos distinguir tres formas distintas:

 

1.  El hombre descubre en la SSEE al verdadero Jesús de Nazareth (forma pura).

 

         La predicación de la iglesia, cualquiera sea esta, contiene elementos que no perte­necen a Jesús, por eso para ser verdaderamente cristiano es necesario descubrir los añadidos eclesiales. Esta posi­ción tiene dos pre­su­puestos:

 

q       la Biblia permite conocer al Jesús histórico;

q       la razón humana es capaz de conocer la ver­dad y la verdad histó­rica.

 

         Esta forma de teología utiliza un método inadecuado. Parte los presupuestos anteriores, utiliza como método la ciencia histórica y la razón humana, y distingue lo que es el hecho his­tórico de lo que no lo es. Así lo que resulta constituiría la fe cristiana y católica. Por ejemplo, en el bautismo de Jesús se distingue el bautismo como hecho histórico y la teofanía que no lo es. Esta teofanía se explicaría de dos maneras: como un cierto modo de filosofar, o como una forma literaria que expresa el conocimiento de la primera comunidad sobre Jesús. Pero para afirmar esto hay que demostrar que existió una tal forma literaria, que el autor quiso utilizar, y luego si –al usarla– quiso crear algo no real o quiso describir un hecho real. Esta forma de teología admitiría que el hecho se puede discutir pero no se puede decir verdade­ro.

 

         Creemos que se debe afirmar:

 

·       todo resultado fundado sobre una filosofía insuficiente hay que rechazarlo, sea éste racional, kantiano, no importa. No se trata de dejar de utilizar un método histórico, sino que basta con no asumir que su resultado sea inmediantamente verdadero;

 

·       la fe católica existe antes que la Exégesis e inde­pendientemente de ella. La fe católica no fue ni puede ser el resultado de una investigación histórica de la Escritura. Y esto vale incluso para el caso en donde no se utiliza una filosofía insuficiente, sino una filosofía abierta a lo trascendente; nuestra fe se funda en un hecho histórico, pero leído desde la experiencia religiosa de un pueblo;

 

·       la transmisión de la Revelación es una acción de Dios en una acción de un hombre y ésto vale también para la Es­critura. Es decir, la Escritura es una acción de dos personas. La Transmisión es una acción de dos personas y no sólo la lectura e interpretación de un libro. La Transmisión de la Revelación y la Escritura es acción de una persona divina y no puede ser tra­tada sólo con medios humanos históricos;

 

·       la Transmisión de la Revelación por medio de la Escritura incluye Tradición y Magisterio, por eso en la fundación de la fe no se puede pasar nunca por encima de la Tradición y del Magisterio. Pues tienen una interdependencia esencial. Ninguna puede prescindir de las otras dos.

 

2.  El hombre descubre solamente un mensa­je revestido por Cristo y debe darle un nuevo revestimiento o nueva expresión verbal (forma mixta).

 

         La forma “pura” queda modificada en esta forma “mixta”. Se dice que uno puede alcanzar el mensaje de Cristo pues tiene la capacidad, pero que Jesús debía hablarle así a los judíos para hacerse entender; o que bien, que uno puede alcanzar en la Biblia la fe en Jesu­cristo, pero no a Jesucristo mismo. Esta fe es un modo en que la primera generación ha buscado formular su expre­sión de Jesús. Pero hoy estamos en otra cultura y es preciso cambiar esta expresión.

 

         En ambos casos existe para el hombre moderno la necesi­dad de transformar, o mejor inculturar, el mensaje de la Biblia para adaptarla a su mundo, sino no entiende la importancia de Jesucristo. Por ejem­plo, ¿qué son en realidad las fuerzas y potencias, men­cionadas en el N.T., que están debajo de la tierra? Es Dios mismo que se interesa del mundo, o son seres persona­les, o se trata de la presencia del misterio del mal en las criaturas...

 

         Vale aquí lo dicho anteriormente sobre la forma “pura” de teología. Sin embargo debemos precisar el tercer punto sobre la trasmisión de la Revelación:

 

·       Dios ha propuesto su Revelación de forma accesible para el hombre, por lo que, es imposible pensar en un Cristo que no pueda ser entendido o que se equivoca: con elementos verdade­ros pero con más cosas que Cristo mismo no veía;

 

·       el hombre con la ayuda de Dios debe llegar y es capaz de entender la Revelación y de aceptarla como Cristo la ha propuesto. Se excluyen las solas fuerzas humanas;

 

·       el hombre con la asistencia del Espíritu es capaz de transmitir el mensaje de Cristo de forma precisa y correctamen­te. Las fuerzas humanas por sí solas no puede transmitirlo, se afirma la necesidad de la gracia.

 

         Estos son tres elementos perennes que están incluidos en la fe de la Iglesia Católica, por tanto, no pueden ser negados por la Exégesis, son anteriores a ella. Los resultados de la investigación histórica de la Sagrada Escritura no pueden sustituir a la Teología Dogmática pues la Revelación no se puede explicar completamente por la razón; sea cual sea la postura filosófica que se tenga.

3. Diversa comprensión de la Tradición y del Magisterio (forma ampliada)

         Se trata de la forma “mixta” que se ubica dentro de la Teología Dogmática en un método que conoce la Tradi­ción y el Magisterio, pero a ambos (Tradición y Magisterio) se los cam­bia tan profundamente con el resultado que, de hecho, la Teología Dogmática es abolida y sustituida. Ella reconoce la Tradición y el Magisterio pero cambiándoles el contenido.

 

         En esta postura, la Tradición es la serie de revestimientos, condicionados por el espacio y el tiempo, que se practicaron en el transcurso de la historia. Se trata de un revestimiento en el que es preciso descubrir cómo se formó para poder volver hacer hoy lo mismo.

 

         Al Magisterio se lo concibe y se lo llama “Magisterio Pastoral” y esto quiere decir un Magisterio que declara cuál es el modo oportuno y razonable de predicar la fe católica para que ésta pueda entenderse hoy. Pero en el hoy puede cambiar dadas las exigencias del tiempo.

 

         A las objeciones críticas hechas anteriormente a las formas “pura” y “mixta” debemos añadir:

 

·       Tradición, en sentido católico es otra cosa. Es la transmisión de la Revelación continua, conservando formulaciones una vez adquiridas y explicitando contendidos que hasta ahora no se han formulado. No es nunca un cambio de formulación. Este sentido católico de la Tradición es inconciliable con la forma “ampliada”. Pues para ésta serían una serie de revestimientos, condicionados, que se pueden cambiar.

 

·       Al Magisterio se lo reduce a una función “pastoral”. Es cierto que el magisterio tiene una función pastoral pero su función es en sí primarimente doctrinal.

b) Se insertan los resultados de las investigaciones históricas de la Sagrada Escritura en el método actual de la Teología Dogmática

         Este segundo uso no viable de la Sagrada Escritura en Teología Dogmática tiene la voluntad sincera de mantener la forma clásica de la T.D. y esta es la diferencia con la forma anterior.

 

         Descripción: es una investigación histórica de la Sa­grada Escritura.

 

         Primer caso: puede tratarse de un método histórico liga­do a una filo­sofía insuficiente, o un método histórico sin ningún problema de orden filosó­fico, pero su resultado pretende exeder su campo al usarse en Teología Dogmática.

 

         Conclusiones que parten del texto para llegar a la realidad histórica. Por ejemplo, Mt 18: Cristo se dirige a los apóstoles pero se ve que ha querido dar a toda la Iglesia el poder de perdonar los pecados, por lo tanto, el resultado está invadiendo un campo que pertenece a la Teología Dogmática.

 

         Segundo caso: puede tratarse de la interpretación del texto actual con la ayuda de la realidad histórica y con método histórico. Por ejemplo, Mt 18: Cristo da a sus apóstoles el poder de perdonar los pecados, investigando se llega a la conclusión de que Cristo se lo ha dado a todos y se vuelve al texto y se afirma que es verdad. Pero esto lo afirma la teología de Mateo. También aquí esta Exégesis busca introducir su resultado en la Teología Dogmática.

 

         Estos dos casos analizados se definen como “método hodierno de la Teología Dogmática” pues quieren mantener el Magisterio y la Tradición. Pero en este método ¿cómo se puede conci­liar el uso dogmático que hizo Trento de la Sagrada Escritura?.

 

         La crítica que hicimos anteriormente a la forma ampliada no toca esta segunda interpretación al menos teóricamente, pues quiere mantener el Magisterio, pero a la crítica que hicimos a las formas pura y mixta se le debe agregar: que en la Teología Dogmática se verifica una constatación de la Transmisión y de la Revelación, lo que implica una acción divina. Una tal Transmisión tratada sólo con métodos humanos es imposi­ble. Independientemente de que el resultado esté equivocado o no, sólo un texto inspirado puede ser prueba de la Teología Dogmática.

c) A la Teología Fundamental pertenece un uso de la Sagrada Es­critura como fuente histórica

         La explicación y juicios hechos pueden sugerir que cualquier uso de la Escritura con valor histórico esté equivocado. Pero estamos tratando de la Teología Dogmática y no de la Teología Fundamental. Un uso histórico de la Biblia en la Teología Fundamental es necesario.

El uso de la Escritura como fuente histórica

         La Biblia como fuente histórica significa utilizarla prescin­diendo de su inspiración aunque sin negarla. En otras palabras el uso de la Escritura únicamente como fuente histórica y sólo como his­toria. Limitarse a la historicidad se refiere al método y no a la Biblia en sí. Es decir se trata de una fuente para hechos históricos en los que se manifiesta la trascendencia de Dios. Por ejemplo no se puede probar la Resu­rrección de Cristo como hecho histórico sin poseer la fe post-pas­cual de los apóstoles a quienes se les regalaron las apari­ciones; sino se podría pensar que las apariciones no son otra cosa que la resurrección misma vista como apariciones. No se puede ver y probar la misión del Espíritu Santo como hecho histórico sin haber aceptado primero la Resurrección de Cristo. Y no se puede aceptar la existencia de la Iglesia Católica, animada por el Espíritu sin aceptar la Resurrección y misión del Espíritu. Usar la Escritura como fuente histórica quiere decir prescindir sin negar la inspiración, pero no quiere ni puede decir prescindir de hechos históricos en donde se manifiesta lo trascendente, de lo contrario no se llega a los preambula fidei.

4.2 Uso viable y necesario de las SSEE en Teología Dogmática

         La Sacrada Escritura es un texto escrito por un autor humano bajo la inspiración del Espíritu Santo. Es indispensable mantener esta doble nota característica. Nos preguntamos: ¿cuál es este texto?, ¿cómo pruebo el sentido de este texto (contenido, mensaje)? y ¿cómo uso el texto al cual le he encontrado el senti­do?.

a) ¿Cuál es el texto inspirado?

         La forma del texto. Todos los libros de la Sagrada Escritura son inspirados por Dios y canónicos. El texto inspirado es el que la Iglesia, desde su Magisterio, reconoce como tal por el uso constante que siempre ha hecho de él. La Iglesia considera todo un libro y cada una de sus partes como inspi­rado y canónico[8]. El texto inspirado que la Iglesia retiene como tal no contiene únicamente lo que según el criterio humano posea un único autor. Nos refereimos, por ejemplo, a:

 

q       el epílogo añadido por otro autor del Evangelio de Marcos (Mc 16,9-20);

q       la perícopa sobre la adúltera en Jn 7,53–8,11 que no encaja con el contenido del Evangelio de Juan, falta en la mayor parte de los manuscritos antiguos y en algunos de ellos aparece en el Evangelio de Lucas, que sería un lugar más adecuado;

q       el v. 37 del capítulo 8 de los Hechos, que falta en los más antiguos y mejores manuscritos;

q       el comma Ioanneum añadido por la Vultaga recargando los vv. de 1Jn 5,7-8; inciso ausente de los manuscritos griegos antiguos, de las antiguas versiones e incluso de los mejores manuscritos de la misma Vlg.

 

         En cuanto a estos texto existen o motivos ciertos o probables para decir que no pertene­cen a la primera obra que el autor ha querido hacer. Trento ha dicho todos estos pertenecen al texto canónico y el teólogo dogmá­tico los usará tranquilamente.

 

         La lengua del texto. La lengua original es la del texto inspirado. Es impor­tante en el caso de una traducción que no es exacta o está equivocada, por ejemplo Jn 6,69 aquí el texto griego dice “tu eres el Santo de Dios”, la Vulgata traduce “Hijo de Dios”, por lo tanto para probar la filiación divina no puedo usar el texto de Jn 6,69; otro texto Rom 1,32 la Vulgata cambia el sentido del texto griego –por el cual además de los gentiles como objeto de la cólera de Dios se añaden a los probables cristianos que aprueben sus injusticias–, se debe usar el texto griego.

 

         Trento[9] dijo que la Vulgata es auténtica y lo que esto quiere decir lo ha explicado Pío XII en la Divino afflante Spiritu: auténtico no quiere decir inspirado, sino priva­do de error doctrinal[10]. El motivo es el hecho de que toda la Igle­sia por muchos siglos ha usado este texto y ha visto en él la expresión de su propia fe. ¿Puedo usar un texto de la Vulgata no conforme al texto original? Se puede utilizar pero como argumento ex traditione, no tiene error. Se discute si el texto de la LXX es inspirado, esta es una cuestión difícil y poco clara que la dejamos de lado (quizás aquí la solución haya que buscarla valorando libro por libro).

b) ¿Cómo se puede encontrar el sentido del texto?

         Primera premisa: ¿quién constata el texto?. Si consideramos el método teológico se puede decir que es la tarea del teólogo, él debe buscar y encontrar el sentido, en Teología se puede usar un sentido del texto que se considere justo aunque no lo compar­tan los exégetas. Pero si la división del trabajo hace hoy difí­cil esto, se deben usar los resultados de los exégetas.

 

         Segunda premisa: ¿quién controla el sentido encontrado?. Actualmente cuando se debe recurrir al resultado del exégeta, el teólogo debe verificar si el sentido hallado es aceptable en Teología Dogmática. Esta tarea del teólogo es insustituible.

         ¿Qué sentido se debe encontrar? El sentido escrito nostrae salutis causa (DV 11). Es el obje­ti­vo del autor divino y humano en la Sagrada Escritura. Esto es lo que debe ser objeto de la búsqueda del teólogo (en la conclusión hablaremos de los sentidos del texto). Mas por esto, no se sigue que todo el resto de observaciones, informaciones históricas, gramaticales no tengan utilidad, porque el teólogo no se puede acontentar más que con una verdad para nuestra salvación. Se busca la intención del autor y no sólo el sensus histórico. Y, además, es necesario encontrar el sentido destinado al lector de hoy a través del sentido destinado a los contemporáneos del autor inspirado. Cualquier interpretación que consi­dere sólo el pasado, o que atienda sólo el presente no encuentra lugar en Teología Dogmática.

 

         ¿Cómo encontrar este sentido? Métodos histórico-críticos (heurística racional). Se lo debe encontrar con todos los medios humanos a disposición (campo propio del exégeta), por ejemplo lin­güístico, litera­rio, arqueológico...; las obras de otros exégetas, de los Padres, de los medievales... que puedan ayudar para abrir los ojos al sentido del texto. Aquí el teólogo no puede nunca juzgar, sino tomar lo que otros le dan. Aunque un dato brindado por medios humanos debe ser verificado por el teólogo.

 

En el método histó­rico-crítico existen comúnmente tres pasos: el sentido del texto en sí, el pasaje a la realidad histórica, y con la ayuda de la realidad histórica una interpre­tación del texto hodierno.

 

         Un ejemplo, Hch 8,4-25 la misión de Felipe en Samaría:

 

1.  se trata de una narración sobre un diácono expulsado de Jerusalén que va a Samaría y que comenzó a predicar teniendo éxito gracias a la asistencia del Espíritu, luego se ve que los apóstoles mandan a Pedro y Juan desde Jerusalén para imponerles las manos. Justificación: estaban sólo bauti­zados en el nombre del Señor Jesucristo. Simón el mago se exalta y quiere comprarles el poder;

 

2.  se saca la conclusión: la narración del mago Simón no refleja la realidad histórica, pues a ésta se le agrega posteriormente el poder de los apóstoles para demostrar la superioridad del cristianismo;

 

3.  ahora se vuelve a texto diciendo que es un teologúmeno, una in­vención del autor por diversos motivos: superioridad del cristia­nismo y la necesidad de tener contactos con la iglesia de Jerusa­lén.

¿Qué debe hacer el teólogo que quiere usar el texto para la Confirma­ción? En el campo de los medios naturales es necesario decir, cómo en ningún momento existen aquí contrastes, tensiones, con­tradicciones. Si se vislumbra una unidad literaria anterior al texto de Lc, se debe probar, si es una mera hipótesis la conclusión será una hipó­te­sis y nada más. Pero ¿por qué Pablo en Hechos 19 impone las manos sin llamar a ninguno de Jerusalén?. Ante una dificultad teológica es necesario usar los medios naturales y no sacar conclusiones apresuradas. Aún con estos método, se puede llegar a una primera conclusión, sin negar otras interpretaciones.

 

         Metodología teológica (heurística teológica). En ellos se pueden distinguir criterios positivos y criterios negativos:

 

         Criterios Positivos: Magisterio, Tradición, consenso de los Pa­dres. Magisterio: es prácticamente el caso del concilio de Tren­to, en muchos de sus decretos se ha interpretado en modo vinculante un determinado sentido de algunos textos de la Escritura. En el uso de estos actos magisteriales de Trento hay que ver lo que realmente afirma. Por ejemplo si dice: “así siempre lo entendió y enseñó la Iglesia” o frases similares habla de un derecho divino, y quiere decir que Trento supone una exégesis que toma en conside­ración al teólogo, al científico contemporáneos y una lectura según la Tradi­ción. Esto no quita nada al hecho de que son vinculantes, pero no se puede decir inmediatamente que lo que ha definido Trento está totalmente de acuerdo con los resultados a que se llega por medios puramente his­tóricos.

 

         Tradición y consenso de los Padres y de la Iglesia. Una tal instancia vinculante existe ¿es la Tradición que habla así o sólo muchos teólogos que piensan así, es un consenso de los Padres en realidad o de muchos pero no de todos? ¿Existe un consenso de la Iglesia que incluye un consenso en la fe, o es sólo una opinión común pero no de fe? Presuponiendo el hecho de que existe una Tradición que habla y un consenso de los Padres que habla, permanece el mismo problema que con el Concilio de Trento. Debemos mantener con cautela una clara distinción entre un sentido destinado para sus lectores contemporáneos (teólogos y científicos) y un sentido destinado a los lectores de hoy en día.

 

         Criterio negativo: es la fe de la Iglesia en general y del único autor divino. La fe de la Iglesia en general es anterior a la Exégesis y a la Teología e independiente de ellas, por lo tanto, lo que la contradice no puede ser verdadero. El único autor divi­no es siempre uno, no puede contradecirse. Un criterio negativo indica un umbral que no se puede superar, pero no indica en qué dirección buscar.

 

         Heurísticas racional y teológica juntamente. Como es equivocado apoyarse únicamente en medios racionales, también lo es el apoyarse sólo en medios teológicos, el arte es combinar los métodos a usar. Por ejemplo Hch 8. Tenemos el hecho que durante un milenio y medio la Iglesia unánimemente ha visto en este texto un Sacramento administrado por los apóstoles y ésta exégesis parece ser vinculante. Ante ciertos tentativos modernos de que­rer eliminar el sentido, se deben valorar los medios humanos que se usan y luego la historia de la exégesis. Pues se puede consta­tar que los primeros autores protestantes querían no ver en estos textos el Sacramento de la Confirmación. Y con ello se ve la clara voluntad de querer negar una opinión existente. La Iglesia en este texto nunca dice que se ha instituido el Sacramento; sólo que es confe­rido, además, esta exégesis nunca dijo que la imposición de las manos viene de Cristo, sino sólo vio que aquí está el Sacramento.

 

         Otro ejemplo es Mt 28: existe una tendencia por parte de los exégetas modernos de querer negar cualquier forma de Bautismo por parte de Jesucristo. No se sabe cómo llegó el Bautismo a la Iglesia, etc. Es claro que el texto siempre se usó para el Bautismo querido por Cristo; y esto es vinculante. No puede haber ninguna duda sobre el sentido. Pero, entonces, ¿qué decir del juicio que hace la exégesis moderna?:

q       la institu­ción del Bautismo no fue nunca fundamentada en este texto. Tanto la tradición patrística, la escolástica como los teólogos modernos la apoyaron en el bautismo de Jesús en el Jor­dán;

q       en Mt 28 se ha visto siempre la orden de Cristo de conferir el Bautismo a todos.

 

         Esta diferencia tiene gran importancia pues se debe saber qué es lo realmente normado en las interpretaciones hechas. Además es preciso aclarar qué significa instituir para los Padres, para el Medioevo, para Trento o para nosotros hoy. Uno puede discutir si Mt 28 es una composición literaria de Mt; no se puede negar his­tóri­camente la existencia de métodos mnemotécnicos desde la predica­ción de Jesús; pero la estructura del texto no prueba que sea una invención. Lo único que no se puede concluir es que Cristo nunca quiso, ni supo, ni dio la orden de bautizar a toda la gente, pues es una conclusión más amplia que las premisas.

 

         Se dice que existen diferentes teologías del Nuevo Testamento, es verdad en cuanto a los distintos enfoques pero nunca se pueden contradecir. Sólo en el contexto total de la revelación habrán de ser interpretados los pasajes particulares y las expresiones de que los hagiógrafos inspirados por el mismo Dios se sirven. Es lo que llamamos la analogia fidei.

c) ¿Cómo usar un texto al que se ha encontrado un sentido?

         ¿Cómo introducir en el método de la Teología Dogmática el sentido de un texto encontrado con los medios apropiados?.

 

         1) Dictum probans. ¿Es justo y legítimo usar “frases particulares” como pruebas convin­centes?, por ejemplo 1Tim 2,4: Dios quiere que todos los hombres se salven; un texto claro, probante y no se ve dificultad para ser usado. Jn 1,14: Y el verbo se hizo carne; prueba para la encarnación del Logos, claro que puede ser usado. Pero no se puede limitar más al sólo uso del dictum probans sino que debe desarrollárselo con la riqueza de otros capítulos. Por ejemplo Jn 1,4: En él estaba la vida. Viendo el prólogo como sumario de materia se está obligado a recorrer todo el evange­lio de Juan donde se desarrolla la afirmación, Jn 11 la historia de Lázaro; Jn 5 para que los que crean en él tengan la vida eter­na.

 

         Otro caso, todo un capítulo puede dar una doctrina riquísima que no se encuentra formulada en una frase, p.e, Lc 15 la metá­noia, que no quiere decir sólo conversión sino algo más rico. Otro ejemplo, la inhabitación de la Trinidad en el hombre de Jn 14, se lo debe estudiar todo para entender por ejemplo el contacto entre Dios y el hombre. Emerge así una inhabitación muy rica.

 

         Además, la línea de evolución ya presente en la Biblia (tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento) puede dar una doctrina que no existe en ninguna frase. Como señala la PCB: “Una de las características de la Biblia es precisamente la ausencia de un sistema, y por el contrario, la presencia de tensiones dinámicas. La Biblia ha acogido varios modos de interpretar los mismos acontecimientos o de pensar los mismos problemas”[11]. Por ejemplo Bap­tisma en un principio no se distinguía de la Confirmación y probablemente las primeras huellas de un sacramento distinto del Bautismo debemos verlo en Hch 8,15-17[12]; el valor de la ley mosaica según Mt 5,17-19 confrontado con lo que Pablo dice en Rm 6,14: ya no están bajo la ley...; etc, etc.

 

         Por lo dicho, el dictum probans se puede mantener como legí­timo y verdadero pero hay que desarrollarlo en un uso más amplio del texto bíblico.

 

         2) Dictum probans. ¿Es justo y legítimo usarlos como “prueba” para demostrar una verdad?.

 

         Una breve comparación con la auctoritas de la teología medieval y el dictum probans de la teología moderna:

 

q       las auctoritas, en el medioevo podían ser una cita de la Biblia, de un Padre, de un Concilio, de un teólogo renombrado, y constituían auctoritas para toda la Teología. Limitándonos a la citación bíblica: ¿qué función tenía este tipo de citación bíblica como auctoritas? La teología medieval partía de

Ø    la quaestio,

Ø    una lectura intelectiva de la Biblia,

Ø    el teólogo debía juzgar ante la diversidad de opiniones con que se encontraba. Y aquí entraba la auctoritas, es decir, un texto que normaba un punto de referencia para la discusión. No era precisamente una prueba de la verdad, sino un criterio de distinción entre lo verdadero y falso.

q       el dictum probans era una prueba para afirmar una verdad de la fe tomada de la Sagrada Escritura. La teología post-tridentina partía

Ø    de una tesis que

Ø    luego probaba con la Tradición,

Ø    y Magisterio. En este caso se usaba la Escritura para dar fundamento a la afirmación, esta forma de prueba tenía otra función que ya no era sólo criterio de discernimiento como en las auctoritas.

 

         Ahora bien, si era lícito y posible una evolución de las auctoritas de la teología medieval al dictum probans de la teología moderna, por qué no aceptar hoy una evolución de la tesis hacia una forma más rica del uso de la Escritura. Este desarrollo o desafío de evolución proviene de la Exégesis y del hombre actual. El hombre creyente de hoy no está tan inte­resado en la verdad como lo está en el valor de una doctrina para su vida, para dar un sentido a la vida. No basta sólo la verdad sino que ésta tenga algún sentido.

d) Doctrina bíblica

         Al decir Doctrina Bíblica se entiende una frase particular, un texto, elementos comunes a algunos libros de la Biblia, en toda la amplitud del término. Toda la riqueza de la Exégesis moderna aún no ha entrado en Teología Dogmática. Algunas sugerencias:

 

1. La Teología Dogmática debería tomar de la Exégesis nuevos temas:

·     El tema del “Reino de Dios”, aparece en la Lumen Gentium, pero está ausente en toda la Teología europea;

·     “Doxa”, “Luz”, no están desarrollados en toda la riqueza que nos presenta la Biblia;

2.¿Es necesario introducir estos temas en teología desde una perspectiva bíblica?:

·     Por ejemplo el “Reino de Dios” existe generalmente en el contexto de la Iglesia, una cierta identidad y distinción entre Reino e Iglesia. Si nos limitamos a Mateo, el Reino de Dios quiere decir muchas cosas, y no existe un reclamo para que sea insertado con toda su riqueza en la Teología Dogmática;

·     ¿cómo utilizar el término “Luz”?. El problema es saber hoy darle un senti­do útil para el hombre. No se puede volver a un lenguaje exclusivamente bíblico, se debe desarrollar para el hombre de hoy con la perspectiva que la teología de la Iglesia le ha dado, enriqueciéndolo, sin duda, con el conte­nido bíblico. Además ¿por qué la Teología Dogmática no debe asumir la misma finali­dad de la Biblia?. La Biblia no tiene nunca el objetivo de comu­nicar sólo una verdad, sino de comunicar una verdad que dé la alegría de saber y vivir según la verdad. Una Teología Dogmática demasiado limitada a la verdad no asume el desafío del mensaje bíblico.

3. La Biblia propone su verdad mediante narraciones, compara­ciones, ilustraciones y raramente descripciones abstractas:

·     muchas veces se dice que este lenguaje es típico del mundo oriental, típico para los judíos, es así, pero ésto no lo explica todo. El hecho de que los tres primeros capítulos del Genesis hablen de narraciones de personas en forma de símbolos para expresar una realidad de los orígenes, hace pensar que Dios propone su miste­rio tanto con una forma de intelectualidad racional, como de forma simbólica. Porque el misterio es tan rico que una imagen dice mucho más de su realidad que un tratado elaborado según un método científico actual.

 

         Hemos hablado de la relación Escritura-Teología; de las cuestiones que la Teología Dogmática puede aprender de la Biblia y de la Exégesis. La Teología Dogmática europea en su método hodierno parte del conocimiento de una verdad, de una tesis y quiere probarla. La Biblia sin negar la verdad apunta al cumplimiento de una esperanza. Es sobre todo en este punto que la Biblia obliga a repensar el método de la Teología Dogmática y a desarrollarlo luego. Además el hombre, creyente o no, piensa con mayor facilidad en una perspectiva bíblica, pues tiene esperanzas, desilu­sio­nes, amarguras y quiere respuestas. Por lo tanto, si la Teología Dogmática quiere ser una ciencia de la fe de hoy, debe ocuparse de estos problemas y de esta finalidad. Hemos criticado fuertemente un tipo de Exégesis, que utilizando los métodos histórico-críticos pretende exeder su campo de investigación. Pero hay que admitir que la Teología Dogmática de hoy ante una sana Exégesis debe hacer un examen de con­ciencia, corregir, profun­dizar, y esta es una tarea empeñativa. Ante el méto­do histórico-crítico que ya tiene 200 años de historia, de desa­rrollo, ya ha madurado un juicio; por el contrario, el método de la Teología Dogmática en su relación con la Exégesis está en sus inicios y el hecho de que sea consciente de la necesidad de un cambio ya es mucho.

4.3 Empleo del Antiguo Testamento dentro de la Teología Dogmática

         Naturalmente se trata del uso de un texto histórico inspirado. La interpretación de un texto del Antiguo Testamento debe hacerse mediante una Exége­sis histórico-creyente (con métodos histórico-críticos y teológicos), en estos dos puntos el uso del A.T. no tiene nada de diferente del uso del N.T. Pero el A.T. tiene problemas espe­ciales. Desarrollaremos los presupuestos que hemos visto en vistas al uso dogmático. Una lectura judaica del A.T. que busque sólo el sentido para los destinatarios contemporáneos al hagiógrafo, es necesaria pero no es suficiente. El resultado, aún siendo verdadero, no podrá ser incluido en la Teología Dogmática cristiana. Una lectura cristiana del Antiguo Testamento es la única posible y usa­ble, por su misma naturaleza, en la Teología Dogmática.

a) Doctrinas del A.T. son reinterpretadas en el Nuevo Testamento

         Dos grupos de doctrinas del A.T. son reinterpretadas en el Nuevo Testamento. Reinterpretadas significa corregidas, pro­fundizadas o modificadas.

 

1.  Protología: Creación, caída, primera promesa de salvación. Todos estos textos se los lee en un cuadro establecido por el N.T. En el caso de la creación la afirmación general tomada del N.T. hay que completarla con varios textos del A.T. En el caso de la caída y de la primera promesa por ejemplo Gen 3 se lo lee en el cuadro del N.T. según Rom 5 y no aisladamente. Pues sólo el marco neotestamentario da la justa orientación sobre lo suce­dido. Con este cuadro se puede hacer una lectura cristiana de los textos del A.T., y usarlos en la Teología Dogmática.

 

2.  Ciertos mandamientos: Decálogo, manda­miento del amor a Dios y al prójimo. Estos mandamientos valen sólo en la medida en que desde el N.T. son confirmados, corregidos o profundizados, nunca en sí. Los 10 mandamientos, por ejemplo el terce­ro no vale más para nosotros observar el sábado, debe ser corre­gido a la luz del N.T. El no matar solo puede tener la excepción de la legítima defensa y así y todo amparado por la teoría del doble efecto. El precepto del amor a Dios, parecería igual pero no lo es, es necesario amar a Dios Señor de toda la humanidad y no sólo del pueblo de Israel. El amor al prójimo cam­bió de rango en el N.T. pasó al segundo lugar.

 

         Los textos anteriores pertenecen a aquella Teología Moral que toma el comportamiento cristiano de la Revelación; y esta ciencia es idéntica en su método con la Teología Dogmática.

b) Personas y acontecimientos del A.T. se cumplen en el N.T.

         Consideremos los textos proféticos. Existen dos tipos de profecías:

 

1.  se trata de textos y perso­nas que ya en el A.T. eran compren­didos como profecías, por ejemplo el Siervo de YHVH. Es una pro­fecía para el tiempo final, y los hechos del N.T. muestran el justo cumplimiento, es necesario citar­los junto a ellos;

 

2.  se trata de textos que sólo a la luz del N.T. son enten­didas como profecías. La figura de Melquisedec como profecía se ve con la ayuda de la carta a los Hebreos; la pascua judía como profecía se entiende en base a la interpretación de la muerte de Jesús o en base a la última cena.

         En los dos grupos de profecías el texto del A.T. no agrega nada de nuevo a la Teología Dogmática de lo que se sabía por el N.T. Para la dogmática es irrelevante buscar, entonces, un sentido en el A.T. que no esté presente en el N.T. Es más útil ver la continuidad de la fidelidad de Dios en los textos del A.T. y del N.T. Esta perspectiva es verdadera e impor­tante para una correcta imagen cristiana de Dios aunque no es sufi­ciente.

c) Los textos del A.T. deben apoyar el conocimiento del N.T.

         Toda la forma expresiva-lingüística del mensaje neotes­ta­mentario tiene raíz veterotestamentaria. Es evidente en algunas expresiones: templo, Espíritu Santo, sábado, justicia. En otras expresiones no es claro pero es insustituible: padre, esposo-esposa, matrimo­nio, pastor, Señor. El contenido de las palabras del segundo grupo tienen un sentido normal en la vida humana, pero tienen un sentido nuevo según el uso del A.T. Así el mensaje cristiano neotestamentario de estos textos es presentado en un leguaje que tiene raíz veterotestamentaria. Aunque el N.T. no repite al A.T., el modo de expresión es veterotestamentario. Por eso, la ayuda del A.T. es insustituible para la lectura del N.T., esta ayuda debe ser conceptual y real.

 

         Será “conceptual” si, por ejemplo, se quiere entender qué significa en San Pablo “Señor Jesucristo” se debe ir al A.T.; o qué significa poloi/ en la última cena o en las cartas de San Pablo se debe ir al A.T. Esta ayuda insustituible no presupone un texto inspira­do, como para estudiar la figura de Juan Bautista se debe utilizar a Flavio Jose­fo, o para entender ciertos textos en San Pablo se debe usar a Fi­lón... El uso de estos textos incluso vetero­testamenta­rio no requiere aún una consideración del texto como inspirado.

 

         Pero se requiere la ayuda “real”, el contenido del mensaje neo­testamenta­rio supera la comprensión humana, frente a un mensa­je de tal alto rango el hombre corre el peligro de no entender nada. Dos ejem­plos, para alguien que no sepa nada de economía, no sabe qué representa una cifra pequeña en un balance estatal; o la metafí­sica se ha dado cuenta que para hablar de Dios es mejor una na­rración llena de colorido y detalles, que una abstracción.

 

         Dios conociendo este modo de entender humano, debe presen­tar su mensaje en un modo acomodado a la condición humana. Por eso, toma nociones de la vida cotidiana. Pero ¿la actitud y el hablar de Dios en el A.T. se deben interpretar del mismo modo en el N.T.? Porque en el A.T. hay intervenciones de Dios en la historia, por ejemplo, la zarza ardiente, las dos tablas de Moisés, y esto sólo dice para el N.T. que Dios interviene y debe inter­ve­nir con­tinua­mente en el mundo. Y si esto que es muy superior a la posi­bilidad humana, cuánto más la acción y el mensaje de Cristo. El cristiano debe tenerlo presente sabiendo que el N.T. dice algo más que el A.T. Se busca hoy recuperar el A.T. pero de modo humano, y se olvida de insertarlo en la predicación dentro del marco del N.T. Toda esta función del texto del A.T. es una función de un texto inspirado que garantiza el uso del texto en la T.D. Pero todos estos textos del A.T. no son dictum probans, no son una prueba para el mensaje neotestamentario, sino que son un apoyo nece­sa­rio terminológico y real de los cuales el mensaje del N.T. tiene necesidad para un contacto con la mente y la vida de las personas.

 

 

 

 

 

 

d) Todo aquello que está en el A.T. ha sido escrito para la ense­ñanza de los cristianos

         Los tres puntos anteriores son verdaderos aunque sólo tocan una parte del A.T., por ejemplo la profecía, los mandamientos, pero San Pablo dice que el A.T. sin excepción tiene importancia para la doctrina y la vida cristiana (cf. Rom 15,4). Se sigue que nosotros cristia­nos debemos entender el sentido cristiano de todo el A.T. ¿Cómo podemos hacerlo?:

 

1.         una ayuda puede ser el pasado, por ejemplo, la liturgia, la catequesis de los Padres: al leer los salmos como voz de Cristo, o como oración del cristiano, es una forma útil justa de lectura cristiana del A.T.;

2.         otra ayuda puede venir del tiempo presente, ya que de ahí puede brotar un impulso de Dios para leer las Escrituras.

 

         Resumiendo lo ya dicho:

 

a.  Legislación del A.T. Generalmente se dice que el A.T. quedó abolido con su legislación, con algunas excepciones. Esto es muy simple. Veamos de qué legislación se trata ya que son textos inspirados, y por ende, significa que tienen importancia para los cristianos:

·     un primer significado, Cristo en el Sermón de la Montaña indica los grandes principios, las líneas y tendencias que deben guiar el comportamiento de los cristianos, pero no entra en detalles. Esta es la gran diferencia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. En el A.T. Dios dio los mandamientos y fijó todos los preceptos a tener en cuenta en la vida diaria, a nivel comu­nitario o individual, en el campo cultu­ral y en mínimos detalles aún de higiene sanitaria. Por el con­trario en el Nuevo Testamento se dan los criterios fundamentales del obrar cristiano. Pero la legislación del A.T. es un permanente reclamo a no redu­cir el mensaje cristiano a la sacristía sino llevarlo a la vida;

·     un segundo significado, es la crítica feroz a la le­gis­lación judaica puramente externa que hicieron los profetas... Esta crí­tica que vale para el Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento sigue siendo válida como cualquier forma que llegue a ser puro activismo.

 

         En el mundo moderno una lectura cristiana del A.T. que toma en serio estos dos puntos tiene una gran impor­tancia.

 

b.  El A.T. es una preparación a Cristo. Dios ha visto en su hijo encarnado, el único redentor y salvador, pero esperó el desarrollo del mundo para enviarlo en un determinado momento de la historia. No lo envió inmediatamente sino que lo ha prepa­rado largamente con grandes preceptos, doctrinas,... que llegado el Hijo queda­ron abolidos. No se puede predicar a Cristo sin una preparación previa, como hace Dios. La gradualidad de la prepara­ción a Cris­to es necesaria en la evangelización.


 

5. Conclusión

         Una conclusión debe de alguna manera resumir lo que se venía diciendo y aportar algo nuevo. Por eso retomaremos los cuatro sentidos de una lectura patrística de la Escritura y diremos por qué no hemos hablado antes de ellos.

5.1 Cuatro sentidos de la Escritura

         Sentido literal. Es el sentido que la letra de la Es­critura expresa. En el pasado, se lo ha identificado con el sen­tido histórico. Dos ejemplos:

 

         Lc 15. El sentido histórico es claro. Cristo acoge los pecadores, los trata bien, lo critican los fariseos y luego, se dirige a ellos invitándolos a rever su posición. Esto es un sen­tido histórico. Pero el sentido literal, como lo entendemos hoy es algo más, porque Lc se dirige a sus destinatarios contemporá­neos que son cristianos y no tienen más necesidad de la conver­sión de los fariseos. Ahora se indica algo en la conversión del cristiano.

 

         Jn 6. Tiene dos partes: la multiplicación de los panes y el discurso eucarístico. La primera parte, si uno toma el se­meion de Jn como él lo entiende, significa que quiere narrar un acontecimiento histórico sucedido (sentido histórico) pero Jn con el semeion quiere decir más, es un hecho real con un significa­do simbólico para una doctrina. Esta doctrina es el discurso eucarístico. Esta a su vez tiene dos partes: 1) Cristo es el pan de vida, el Padre lo da y es necesario creer en él; 2) Cristo da el pan de vida, su carne, es necesa­rio comerla. Estas dos partes forman una unidad. La fe en Cristo pan de vida debe incluir el comer el pan de vida que Cristo da. Y ese comer debe ser animado por la fe en Cristo pan de vida que hace de esta cena un acontecimiento razonable y lleno de sentido. Parece que para Jn este discurso es la explicación del signo de la multiplicación de los panes. Cristo en forma visible da el pan verdadero, lo multiplica y la gente puede saciarse. Símbolo para el Cristo que da el pan de vida espiritual, segunda parte del discurso, pero en el discurso hay una primera parte, que forma una unidad. Por lo tanto surge el problema: ¿Cristo que distribuye el pan mul­ti­plicado es también un símbolo para la primera parte del discur­so? Si uno toma la frase en otro capítulo: “Felipe quien me ve a mí ve al Padre” ¿se puede decir que en este milagro se ve al Padre distribuyendo el pan de vida?. Esta afirmación creemos justa pero es opinable. El sentido literal que el autor humano ha dado es más que el sentido histórico.

 

         Si entendemos bien DV 12, se afirma que para saber lo que Dios quiso comunicarnos debemos ver lo que los hagiógrafos quisieron significar, pues Dios habló por medio de ellos a manera humana. El último documento de la PCB de 1993 agrega que el sentido lite­ral en general es único (sin ser un principio absoluto, ver por ejemplo donde no es único Jn 11,50: expresión de Caifás), y dinámico (la situación de cuando se escribe es distinta de la que dio origen al acontecimiento)[13].

 

         Sentido espiritual. Pío XII en la DAS (1943) habla del sentido espiritual y lo ha visto como un sentido que Dios nos ha querido comunicar. Este texto deja abierto dos proble­mas:

 

1.  la afirmación del Papa coincide con el sentido ale­górico del medioevo, no hace mención del sentido ana­gógico ni del tropológico, sin negarlos. Se trata de cumplimientos de hechos, palabras y personas del A.T. en una forma definitiva en el N.T. La PCB en la misma línea sólo hace mención del sentido tipológico, por ejemplo Adán figura de Cristo (cf. Rom 5,14), el diluvio figura del bautismo (1Pe 3,20-21);

 

2.  cómo se puede encontrar este sentido espiritual enten­dido por el Papa. La encíclica menciona cuatro medios: Cristo que indica a veces el cumplimiento de una figura del A.T.; los apóstoles que en las cartas dan ulteriores explicaciones; la doctrina de la Iglesia y la liturgia. Permanece un campo amplísi­mo para buscar este sentido espiritual, sólo indicado en la encí­clica.

 

         El sentido espiritual –dice la PCB–, comprendido según la fe cristiana, es el sentido expresado por los textos bíblicos cuando se los lee bajo la influencia del Espíritu Santo en el contexto del misterio pascual de Cristo y de la vida nueva que proviene de él[14].

 

         Sentido Tropológico, Moral o Práctico. Como el medioevo lo en­tiende es el seguimiento de Cristo para hacer lo que Cristo ha hecho. Pone en evidencia las consecuencias del comportamiento moral que desemboca en el precepto del amor. Pero Cristo es Dios, es un hombre-Dios, y comparte las cosas que nosotros no podemos hacer ni podemos pretender hacer. En otras palabras, Cristo es hombre sin pecado original, sin concupiscen­cia, sin pecado personal y ya por esto es muy diverso de noso­tros. Puede desarrollar cosas en el plano humano que nosotros jamás podremos hacer. Estamos frente al Misterio de la Economía actual. La pura lectura de la Biblia no basta para encontrar aquello que podemos y debemos imitar. Es necesario agregar con la ayuda de otros textos bíblicos, de la Tradición y del Magiste­rio, para encontrar en el texto bíblico lo que debemos hacer. Aquí estamos fuera de una Exégesis, sino en una verdadera Teología tanto Moral como Dogmática.

 

         Sentido Anagógico, Escatológico o Místico. Es un hecho que se lo ve como figura de la gloria futura. Subraya la dinámica de la conversión continua y fortifica la esperanzade un cumplimiento de las Escrituras, esperado con el acontecimiento definitivo del Señor al final de los tiempos. Aún aquí nace un problema similar al anterior. Por una parte, en el Apocalípsis tenemos muchos pasajes que describen el cielo, pero muchas veces, con símbolos o con imágenes. Si sin la ayuda del Ap quiero interpretar textos, parábolas, milagros... del N.T. donde está el criterio para encontrar la identidad y la diferencia. En el cielo no hay espacio ni tiempo. Esto supera la pura Exégesis.

 

         Sentido Plenior. Algunos lo identifican con el sentido espiritual, por eso lo mencionamos aquí. Es un sentido entendido por Dios pero que el autor humano no ha visto de hecho o no claramen­te. Aquí el principio de la relación entre el sentido que el autor humano quiso darle a través del cual se conoce el sentido divino queda un poco opacado. El modo en que se usa el sentido plenior es ambiguo. Puede significar el sentido espiritual y en la mayoría de los casos como alegórico. Aquí estamos nuevamente ante los pro­blemas que hemos enumerado. Pero a veces, los autores entienden que para nosotros no basta el sen­tido que los hagiógrafos tuvieron para sus destinatarios contemporáneos, a nosotros nos inte­resa el sentido para los des­tinatarios hodier­nos. Y este sentido se encuentra transmitido por la Tradición. Esto es lo que se quiere decir, según interpretamos el documento de la PCB[15], por ejemplo el contexto de Mt 1,23 da un sentido pleno al oráculo de Is 7,14 sobre la doncella que concebirá un hijo, utilizando la traducción de los LXX: “La virgen concebirá”. Pero ya no es posible identificarlo con el senti­do espiritual.

         Estos son los motivos por los que no usamos anteriormente esta terminología que sigue siendo preciosa. Preciosa sobre todo por un motivo: su sentido espiritual. Y este sentido surge del hecho que el Espíritu Santo, pre­sen­te en el libro, ayuda a comprenderlo, y aquí estamos de nuevo de frente a la DV 12,3 que nos dice que es necesario leer e interpretar la Escri­tura en aquel Espíritu en que fue escrita. Esta es la actitud de una justa Exégesis, esta es la actitud que debe guiar el uso de la Escritura en la Teología Dogmática.

5.2 Líneas de acción

1.   Es necesario leer e interpretar la Escri­tura en aquel Espíritu en que fue escrita;

 

2.   es necesaria una nueva reflexión de fondo sobre los métodos exegéticos. Esta reflexión debe tener en cuenta los presupuestos filosóficos y teológicos de cada método y debe estar en grado de explicitarlos;

 

3.   esta reflexión debe partir de un examen de conciencia de los logros y de los límites de los métodos utilizados, para poder distinguir entre hipótesis fecundas e inoperables;

 

4.  el intérprete de la Escritura debe volver a insertarse en la historia, en la sociedad, en la teología, y en la Iglesia.

 

         La inserción en la historia significa por una parte despertar la conciencia de que la Biblia no es un libro caído del cielo, sino el producto –relativamente final– de la historia de una comunidad. Más bien que un libro en cuanto tal, es lo que nos ayuda en nuestro camino hacia Dios. Significa, en segundo lugar, la capacidad de juzgar los pasos dados y ver si ellos son aún útiles, si vale la pena continuar sobre la misma línea.

 

         La inserción en la sociedad significa la conciencia de que no se trata tanto de interpretar la Biblia, cuanto de interpretar el mundo a la luz de la Biblia y de la fe.

 

         La inserción en la teología y en la Iglesia significa finalmente asumir la teología y la fe de la Iglesia como lugar de comprensión de la Escritura, ciertamente no es un cuerpo fijo de proposiciones dogmáticas determinadas desde afuera de la Escritura, que el biblista tendría la tarea de demostrar, sino como el interlocutor con el cual nos ayudamos mutuamente a encontrar el camino hacia Dios.

 


[1] Se pueden constatar otras fases para el Antiguo Testamento.

[2] PCB, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, Ed. Paulinas, Buenos Aires 1993: “puntos de vistas diferentes e interacción necesaria”, 104-106.

[3] “L’interpretazione biblica in conflitto. Problemi del fondamento ed orientamento dell’esegesi contemporanea”, en I. de la Potterie (y otros), L’esegesi cristiana oggi,  94.

[4] “L’interpretazione biblica in conflitto. Problemi del fondamento ed orientamento dell’esegesi contemporanea”, en I. de la Potterie (y otros), L’esegesi cristiana oggi,  94.

[5] Cf. Felice Montagnini, “La Iglesia primitiva: experiencia espiritual e interpretación teológica”, 418; en R. Fabris (ed.), Problemas y perspectivas de las ciencias bíblicas, 403-424.

[6] Cf. San Siricio, Accepi litteras vestras a Anisio, obispo de Tesalónica, del año 392 (Dz 91); canon 3 del Concilio de Letrán en el año 649 (Dz 256); XI Concilio de Toledo (Dz 282); sesión 15 del Concilio de Trento del 1563 (Dz 993).

[7] Expresión de León XIII, retomada por Benedicto XV y que se encuentra en OT 16,2 y en DV 24 (ver nota).

[8] Sesión IV del 8 de abril de 1546 del Concilio de Trento (EB 58-60; DS 1505; Dz 784).

[9] DS 1506; Dz 785.

[10] DS 3825; Dz 2292.

[11] PCB, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, Ed. Paulinas, Buenos aires 1993, 86.

[12]  Cf. S. Cipriani, “Confirmación”, en P. Rossano, G. Ravasi, A. Girlanda (ed.), NDTB, Ed. Paulinas, 1990, 315.

[13] Cf. PCB, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, Ed. Paulinas, Buenos aires 1993, 75.

[14] Cf. Ibid., 77.

[15]Cf. ibid., 79.